Te voy a contar algunos de los motivos por los que no te tienes que llevar a tu casa las conchas que te encuentres en la playa. Espero que después de leer este artículo seas más consciente de que todo en la naturaleza tiene una función y, a partir de ahora, también seas tú el que le expliques a la gente de tu círculo el porqué no se han de llevar las conchas que se encuentran en la playa.
Sé que es inevitables agacharse y cogerlas para observarlas cuando te las encuentras mientras paseas por la orilla. Poseen una belleza tan innata que es una tentación detenerse ante ellas. Sus colores, formas y esa serie de fibonacci que les caracteriza algunas con esa disposición en espiral de su caparazón, hacen que estas estructuras naturales sean objeto de atracción para cualquier persona.
Si las quieres de recuerdo, sácales una foto y déjalas en su sitio
Como digo siempre, uno casual no es un problema pero cientos y cientos de personas recogiendo conchas bonitas en todas las playas del mundo se convierte en un desequilibrio natural.
Existen varios estudios que sostienen que la influencia humana está esquilmando las playas de conchas, especialmente cuando intervienen dos factores: que la zona sea turística y que las conchas de la zona sean bonitas.
Como sabes, al ser humano le gusta poseer todo aquello que le gusta, pero si lo pensamos bien, ¿para qué? Es cierto, son bonitas, pero para tenerlas cogiendo polvo en cualquier estantería no tiene sentido, y más aún cuando descubres que las conchas tienen aún más funciones que hacer en la naturaleza. Así que, ¿quién somos nosotros para romper este ciclo?
Si quieres un recuerdo, siempre puedes hacerle una foto. Además, muchas veces, aunque estén fuera del agua, no significa que estén muertos o que ya no tengan una utilidad. En la naturaleza no hay residuos, todo se aprovecha, de hecho los humanos somos los únicos que generamos residuos sin finalidad.
¿Cómo se forman las conchas?
Las conchas son como un escudo que protege de la desecación y de los depredadores a las partes blandas de los moluscos bivalvos y de los gasterópodos, como las caracolas. Igual que nosotros tenemos células que construyen nuestros huesos, los moluscos construyen sus conchas.
Esta cubierta dura está compuesta en su mayor parte por una molécula tan común como es el carbonato cálcico -un compuesto químico de fórmula CaCO3- en forma de cristales embebidos en una especie de piscina de proteínas y polisacáridos, llamada conquiolina. Los moluscos extraen el calcio de su alimento, del agua, de las rocas y del ambiente. Llegan a través del flujo sanguíneo al manto -que es el tejido de la parte blanda del animal encargado de depositar el material del que está hecho la concha- los concentra y los transforma en cristales, que son depositados en capas.
Su fortaleza y dureza se debe a unos enlaces especiales que les da esa consistencia. En realidad son como tres capas, compuestas por la misma sustancia, pero que se disponen en distinta proporción y se cristalizan de distinta manera. Y entre estas capas destaca el nácar o también llamada la madreperla con ese brillo iridiscente tan característico.
Y… ¿cómo crecen las conchas?
Las conchas no crecen de manera constante, dependen de las condiciones ambientales y la disponibilidad de alimento. De hecho, en las conchas se pueden leer las líneas de crecimiento y averiguar si el molusco o la caracola ha pasado por algún periodo adverso, ¡como los anillos de los árboles!
Los colores tan bonitos que tienen dependen de las especies pero además dependen de la comida que ingieren, ya que los pigmentos que les dan su color son los productos de desecho metabólicos que se van acumulando en las conchas. Por eso, si comen regularmente lo mismo, tendrán un color uniforme; en cambio, si no es así, las conchas presentan vetas o motitas que seguro que habrás visto.
Los colores tienen la finalidad de camuflarse para pasar inadvertidas, pero si esto no funciona la concha le aporta esa dureza para ponérselo un pelín más difícil a los depredadores.
La clave está en el Carbonato Cálcico
Las almejas, ostras, mejillones o caracolas necesitan carbonato de calcio para desarrollar su concha y esto lo consiguen de las conchas muertas que se van erosionando con el tiempo. Lo que pasa es que el descenso de conchas en las playas limita a los nuevos moluscos o gasterópodos desarrollar sus conchas. ¿No os habéis dado cuenta que ahora las conchas son mucho más pequeñas que las que se encontraban antiguamente en las playas? Seguramente la gente que vive en la costa tendrá en casa de sus abuelos conchas enormes; ellos nos cuentan que antes las conchas eran más grandes que las de
Así que, aunque el carbonato cálcico es una sustancia relativamente abundante en la naturaleza, los humanos estamos rompiendo el ciclo del que se solían suministrar los nuevos organismos. Y como te comentaba, este es el principal componente de las conchas y esqueletos de muchos organismos como moluscos o corales. Al llevárnoslos a nuestras casas, estamos sustrayendo de la naturaleza esa reserva natural.
Océanos más ácidos disuelven las conchas
El cambio climático es una gran amenaza para los organismos con concha. Sabes que los océanos absorben el 25 % de las emisiones de dióxido de carbono que emitimos. Este C02 es un gas que en contacto con el agua se transforma en ácido, algo que está perjudicando a los organismos con concha, puesto que el carbonato de calcio se disuelve en el agua ácida y desaparece.
Estudios recientes han demostrado que esta acidificación está dificultando la construcción de las conchas de las criaturas marinas, así como el exoesqueleto de los corales, ya que el carbonato cálcico se vuelve inestable e incluso comienza a disolverse.
Los organismos marinos han evolucionado en un medio marino con un determinado pH y están particularmente adaptados a ese entorno. Es verdad que la química de los océanos es cambiante y dinámica como los océanos mismos y está influída por diversos factores.
Pero resumiendo mucho, al llevarnos las conchas estamos rompiendo la armonía de la química del agua, ya que a más carbonato cálcico en el ambiente se contribuye a evitar la acidificación de los océanos. Así que de forma «inocente» estamos cambiando hasta la química de nuestros océanos, lo que está poniendo en peligro el equilibrio marino.
Nos quedamos sin arena en las playas
La arena se va formando en parte por la erosión de las conchas de las playas. Si nos las llevamos, quitamos parte de ese reservorio para formar nueva arena. Así que llegará un momento en que cada vez más, las playas tengan menos arena. Por lo que llegará un momento que no tendrás sitio para colocar tu toalla.
Si a esto le sumamos la modificación y pérdida de hábitat de las zonas costeras, que como consecuencia tiene el cambio de las corrientes locales de las zonas afectadas, tenemos que en sitios donde antes era habitual playas enormes ahora se están perdiendo.
A esto también hay que sumar la destrucción de las dunas costeras, que era el gran reservorio de arena y que en la mayoría de las localidades costeras se han sustituido por aparcamiento para coches, paseos marítimos o apartamentos en primera línea de playa. Debajo de estos lugares, sepultamos para siempre esa arena que por movimientos y circulación de los vientos dispensaba continuamente de arena a las playas.
Así que la consecuencia es que nos quedamos sin playas. En muchos lugares lo que hacen es traer arena de otros sitios. Un sin sentido, porque les va a suceder lo mismo, las corrientes se la van a llevar, ya que ya hemos roto el equilibrio.
Robamos las casas y los escondites
El hecho de llevarte las conchitas también tiene consecuencias en el descenso de la abundancia de diversidad de ciertos organismos que habitan en estos ecosistemas litorales.
Seguro que conoces a los cangrejos ermitaños, que utilizan las conchas para protegerse y van mudando de «casa» según van creciendo. De hecho, ahora es más habitual encontrar estos cangrejos con algunos artículos de plásticos a sus espaldas ya que no encuentran conchitas (y el plástico abunda).
Pero no sólo le estás robando la casa a estos cangrejos, también hay otros animales que necesitan estas conchas para sobrevivir. A las esponjas marinas les sirve de sustrato para engancharse, así como las algas u otros organismos que se adhieren a ellas para vivir.
También esto se traduce en un descenso en la abundancia de peces, ya que hay muchos peces pequeños que utilizan las conchas para esconderse de otras criaturas marinas, así que también les hemos robado sus escondites.
Te cuento más, hay especies como algunos pulpos que utilizan las conchas como decoración de sus cobijos para llamar la atención de sus parejas, así que le hemos quitado una forma de cortejo habitual. Y otras especies como las aves, necesitan las conchas como material de construcción para sus nidos.
Así que como ves, en la naturaleza tienen más funciones que en la estantería de nuestra casa.
Un Impacto Ambiental silencioso disfrazado de inofensivo
El turismo en todo el mundo se ha multiplicado en las últimas décadas y a la mayoría nos gusta pasar tiempo en la playa. Y como humanos obsesos por la posesión, nos gusta llevarnos a casa un regalo «gratuito» como las conchas marinas.
Pensamos que esto es un acto inofensivo y que por una o dos no pasa nada. Pero si pensamos que eso seguramente lo piensan todos los que acuden a las playas, imagínate la cantidad de conchas que desaparecen de su sitio al año.
Por esta razón las conchas están desapareciendo en las playas de todo el mundo, pero no sólo eso, es que estamos limitando que se generen nuevas conchas. Hay estudios que han determinado que, si el turismo aumenta un 30%, las conchas se reducen en un 60% y parece ser que los turistas son el único factor que influye en esta pérdida.
Estamos acabando con el reservorio de carbonato cálcico de los océanos. Lo que es de la naturaleza se ha de quedar en la naturaleza. Sólo nos debemos llevar aquello que realmente nos pertenece como es la basura humana.
Así que te invito a compartir esta información, ya que muchas veces es desconocimiento. También te invito a que cuando veas una concha en la arena y te guste tanto por lo bonita que es, hazle una foto y déjala en su sitio.
Ya que a pesar de que nuestra mente las vea como algo inanimado, las conchas todavía tienen que seguir haciendo su función en la naturaleza.
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